Esto ocurrió hace ya casi un año. Una bonita hilera de árboles (Cupressus sp.) fue rota, como siempre, por caprichos humanos. ¿El motivo? un chiringuito!! Obviamente... donde se ponga un chiringuito que se quite todo lo demás.
No sólo fueron arrancadas las vidas de esos fantástico y maravillosos seres como son los árboles, sino que acabaron con las esperanzas de cría (o una segunda puesta) de jilgueros, verdecillos, tórtolas turcas, etc. que allí tenían alojados sus nidos. Y no sólo lo tenía comprobado de pasar por allí, verlos y escucharlos, sino que pude presenciar los nidos tirados por el suelo. Una lástima.
Para el hombre la vida no tiene ningún valor. No lo tiene ni la de sus semejantes en muchos casos, así que la de un árbol... como que ni se plantea que tan siquiera tenga vida.
Vale, "aceptemos" que tengan que acabar con ellos, pero... ¿no había otra época del año para hacerlo? ¿Tuvo que ser en plena época de cría de las aves?
De nuevo un trueque equivocado con Gaia: vegetales, verde, vida... por cemento y destrucción. Poquito a poco se sigue perdiendo terreno.